Desde las
sombras más etéreas, se formaron los abismos
Abismos que se
abrían paso entre el espacio y tiempo, y que eran visualmente sin visión.
No venían a
traer copas rebalsadas en júbilo
Venían juntos de
la mano, con la oscuridad
Una oscuridad
eterna y desconcertante
A la que nadie
conocía y a la que todos temían.
Junto con la
oscuridad que irradiaba sombras tan negras como la mismísima noche, venían
hordas de bestias incorpóreas y amedrentadoras
Que jamás habían
sido vistas, por los mismísimos ojos del hombre
Ojos, que jamás
hubiesen querido ver aquello.
Abismos sin
sentido alguno, encargados de batallar contra el espacio, tiempo y materia, que
venían protegidos por la oscuridad y las
sombras más desgarradoras y degeneradas de los mundos subterráneos
Abismos que no
traían nada, “abismos” que lo traían
todo a la vez.
Pero lo que
causaba un considerable grado de pavor a los lugareños, no eran las bestias
sombrías, provenientes del mismo hades
Sino que, lo que
les arrebataba la racionalidad, cordura y fe era: “Él”
Conocido por
muchos nombres, querido por algunos, odiado por otros.
Él, no sólo era “Él”, sino que también era muchos a la
vez
Un “demonio” un “ángel”, sólo los humanos lo podían etiquetar con tales acusaciones
Humanos, por los
cuales venía en su rescate, como si fuera su verdadero redentor
Por
algunos, para aliviar su dolor, por otros, simplemente para mostrarle sus
placeres, tan divinos, como el acto sexual
Placeres, que
iban más allá del esoterismo, más allá del amor, más allá de las sensaciones
aumentadas que pasaban por el cuerpo de los humanos en aquellos
momentos, como si estuviesen recibiendo descargas eléctricas en sus partes más
nobles.
Pero cuando “Él”, estaba a punto de llevarse a su vasto
rebaño de humanos pasmados, ante su fe reacia a la verdad
Surgió desde las
profundidades de la mismísima señora tierra el “Hombre oscuro”
Del que nadie
sabía nada, al que todos habían visto
Un hombre que
escaseaba por su corporeidad, un hombre que se lograba distinguir sólo por su
sombra
“Él”, no sabía qué hacer ante lo ocurrido,
sólo lo miró, detenidamente como si estuviese hipnotizado, por magias arcanas
que sobrepasaban el límite de lo natural
Y el “Hombre oscuro”, que para muchos era sólo
una sombra, que danzaba en los eternos mantos de la oscuridad
Rió y rió, ante
ver a “Él” tan atemorizado por su
patriarca que venía en busca de su vida, alma, esencia u carne.
“Él”, terror de muchos la risa del “Hombre oscuro”. En un intento de desesperación,
miedo, ansiedad, sólo lo que él sentía, se largó del lugar
Pero el “Hombre oscuro” no lo dejó, nunca y
siempre a la vez.
“Él”, no sabía qué hacer mientras que la
gente del pueblucho, estaba casi babeando, por lo que sus brillantes ojos
podían ver en tiempos y espacios de la materia física real.
Como con una
boca de un descomunal gigante mitológico el “Hombre
oscuro”, devoró con un hambre voraz a “Él”
y a todos sus abismos y sombras paganas, que lo acompañaban por toda la
eternidad como en el sagrado matrimonio.
Después de esto,
todo el pueblo quedó ajeno ante lo visto y las luces volvieron a reinar como en
tiempos anteaños.
Pero aún estaba
ante los humanos, un ser desconocido como “Él”
un ser del que nadie sabía nada, al que todos habían visto
Todo el lúgubre
gentío del pueblo, sé quedó inmóvil esperando a que el “Hombre oscuro” hiciese algún truco de magia; como lo hacían los
magos de “Strhains”.
Y cuando el “Hombre oscuro” en esos momentos de
silencio eterno, un silencio pacífico que a la vez era aterrador. Se dispuso a
devorar a los humanos, en sólo cuestión de segundos surgió desde las entrañas
del mismísimo padre cielo, un hombre de luz y vehemencia o qué al menos eso
demostraba…
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