Selena era una mujer hermosa, culta y por la cual cualquier hombre de sexo adecuado hacia la heterosexualidad, daría lo que fuese por una vida con ella. Pero pese a todo esto, Selena no era una mujer valorada puesto que su marido la castigaba-de manera propia de un demente e inconsciente-ante las personas débiles.
-“La hermosa Selena”-, le decía el anciano de la cuadra. La mujer que no mostraba sus divinos y centelleantes ojos al público expectante, ya que los tenía hinchados y morados como si se tratasen de protuberancias putrefactas. Selena, era constantemente maltratada por su inmundo marido, que le pegaba hasta tal punto que llegaba a vomitar sangre. “Eleon” era el marido de Selena, un hombre robusto, de porte preciso para la seducción, mirada fija y un indiscutible talento para engatusar a cualquier pobre mujer que se le cruzase.
El día que corría daba a comprender que los nubarrones aliados con tormentas inestables para el habitar humano habían acabado con el sol, escondiéndolo por completo y gobernando todo el divino firmamento. Era viernes, y transitaba el medio día. Ya para esto Selena se encontraba en su casa, aguardando a su marido, para que le diera una dosis de golpizas y arrebatos hacia su intimidad. La vida de ésta pobre mujer se había convertido en un verdadero infierno, en el cual el señor de las tinieblas era su conyugue. El hombre que había prometido amarla y respetarla por toda la eternidad, se encargaba de destrozarla a golpes,-todos los días- una vez ella llegaba del trabajo.
Y como si no le bastase además de reventarla a golpes, también la ultrajaba indiscriminadamente. Al parecer este hombre disfrutaba al violar a su esposa hasta dejarla con los genitales heridos, tras introducirle objetos hirientes en su vagina. Selena era una mujer denigrada por la violenta cólera de un hombre con falencias psicológicas.
Todo indicaba que Selena iba a tener un día en paz sin ser ultrajada y mucho menos sin tener un nuevo hematoma para su colección de violencia corporal. Porque ese viernes que llegó al mediodía -como era costumbre-, no halló ni el aroma de su asqueroso marido.
Selena aprovechó la situación para recostarse en el sofá y hacer descansar su cuerpo maltratado por un sinfín de heridas efectuadas a su anatomía. Una vez que la hermosa mujer del rostro hinchado por tantas golpizas, quiso aliviar su alma durmiendo un poco, escuchó una voz celestial; la voz de un hombre afeminado.
-Selena, hazte valer…
Y la pobre, sin remedio a la enfermedad sónica de voces angelicales, le contestó con rostro de asombro; el mismo rostro que ponía cuando su marido no le pegaba.
-¿Quién anda ahí?
-Eso, no importa Selena-le contestó la voz que musitaba.
Selena aún no comprendía nada de aquella situación propicia para sentir pavor.
-¿Qué quieres de mí?
-Lo quiero todo y nada a la vez.
-Explícate-le dijo con voz trémula.
-Quiero ver como tu alma se vuelve a inundar de júbilo, como en tiempos pasados-le dijo la voz.
-Pues… eso no creo que suceda jamás.
-No sigas Selena. No puedo verte así.
-¿Entonces cómo me quieres ver?-le preguntó con una grado de pasmo elevado.
-Te quiero ver bien… ¿pero tú quieres que yo te vea bien?
-Pues… al decir verdad, no sé ni quién eres.
-Eso no importa, tú no necesitas saber quién soy.
-¿Y qué debo hacer para volver a verme bien?
-Sólo debes pedírmelo-le dijo la voz angelical, ya casi cumpliendo con su meta.
-Está bien-le dijo Selena, como un perro asustado.
-Dilo con fuerzas hermosa mujer, mariposa inmolada, esencia disuelta, hembra olímpica, diosa celestial, musa divina…
La voz susurrante se había empedernido para convencer a Selena, de que era un humano como todos los habitantes de la tierra.
-¡Está bien!-exclamó, la pobre Selena.
-Pues así lo has deseado y así será.
En aquellos momentos la mujer que no era tratada como tal, sintió una fuerza indómita pasar por su cuerpo. Era como si miles de almas se hubiesen complotado para rebalsar su ser de energía pura y sin procesar. La dama denigrada por su concubino, sentía que algo había cambiado gracias a la voz de quién sabe qué procedencia. Y sin vacilar Selena le dirigió nuevamente la palabra.
-¿Qué me ha sucedido?-le preguntó perpleja.
Pero la voz se había disuelto entre las penumbras del hogar de la violencia cotidiana.
Selena no siguió insistiendo en su objetivo de reclamar una fidedigna explicación de lo que había sucedido y quiso creer que todo había sido un sueño; entre dormida. Ya después de lo ocurrido, la mujer golpeada decidió terminar con su trabajo de dormir en el sofá. Pero cuando todo estaba calmado de improviso la puerta se abrió con una violencia propia de Eleon; el hombre más cobarde del mundo, el hombre capaz de quebrantar los delicados pétalos de un divina rosa.
La pobre de Selena, presagiaba que su destino sería el de una mandíbula corrida por los golpes maritales que recibiría. Mientras que Eleon presagiaba que en el día viernes, correría mucha sangre en su hogar y que la sangre vendría de su radiante y deteriorada mujer.
Selena, -como solía acostumbrar-le dijo a su torturador, con voz agonizante.
-Hola, querido.
Y Eleon le contestó adecuadamente.
-¿Por qué llegasteis antes que yo? ¿Es qué acaso ahora te escapas del trabajo para reunirte con un hombre?
-¡No! No es así. Yo siempre llego a esta hora-le contestó trepidante.
-¡Cállate puta de mierda!
-Pero… Eleon…
-¡Vete ya mismo hacía arriba!-le gritó-Hoy te espera algo bueno.
Selena, combatía para no llorar pero eso era algo que ya no podía controlar, porque con la mera presencia de su esposo rebalsado en vileza, las gotas le fluían indómitamente desde su sección ocular.
Mientras Selena subía al segundo piso, Eleon, se hallaba en la cocina, preparando una colosal cadena de metal -calentándola al rojo vivo-, para realizar alguna tortura que se hallaba en su libro mental de verdugo acosador de mujeres inocentes.
La hermosa mujer de rostro deteriorado se encontraba en el baño del segundo piso, haciendo algo que estaba dentro de su cotidianidad. La pobre Selena teñía de rojo el agua del retrete y cubría todo el baño del mismo color, ya que vomitaba a destajos sangre fresca (con la que un vampiro se hubiese deleitado por toda la eternidad).
Eleon ya estaba subiendo las escaleras, mientras su amada demostraba lo que era vivir con un golpeador profesional. Tan sólo transcurrió un periquete y el maldito ya estaba preparado para realizar su tortura cotidiana. Mientras que su esposa le imploraba en cuclillas, que no la golpeara (como era de costumbre). Pero Eleon era del tipo de hombre que no tenía compasión por sus seres cercanos. Lo más irónico de todo era que éste morboso hombre era muy respetado entre sus amistades, familia y trabajo.
Pero cuando todo estaba perdido para la pobre mujer que no había realizado nada en absoluto para merecer lo que merecía, algo extraño sucedió. Selena no sentía dolor alguno cuando su marido le laceraba con la cadena al rojo vivo. El demente de Eleon no comprendía en absoluto nada de la situación esotérica que estaba en curso, dado que él mismo notaba que no le podía infligir daño alguno a su esposa. Y Selena pudo recordar a la voz pasada; con la que había hablado. La mujer golpeada pudo comprender lo que la voz quería darle a entender al decirle que la quería ver inundada en júbilo como en tiempos anteaños.
Mientras más le pegaba, más salía lastimado el maldito de Eleon. Al parecer era una especie de maldición para el ser despreciable golpeador de mujeres, y una bendición para Selena. Cada golpe realizado hacia la mujer que vomitaba sangre, había rasgado la carne del hombre cargado de iniquidad.
Pero cuando Eleon se dio cuenta que al pegarle a su mujer, el que salía herido era él, ya había pasado mucho tiempo. Éste quedó tan débil que cayó tumbado al suelo del baño como si hubiese estado en una disputa callejera y le hubiesen noqueado.
Ahora Selena tenía la oportunidad de su vida, la oportunidad de vengarse gracias a la fuerza que le había dado la voz etérea.
Tan sólo tardó un breve espacio del tiempo, para ir en busca de una moto sierra y luego regresar al baño con ella para dar por finalizado el trabajo que había empezado su esposo.
Sólo tiró tres veces de la cuerda de arranque para accionar la moto sierra, que se desnudaba demostrando a todos los seres oyentes que tenía mucho óxido por el transcurrir de los años, provocando sonidos chirriantes. Una vez que encendió la tan preciada arma de la justicia cósmica, Selena, comenzó a cortar lentamente cada extremidad de su maldito marido. Cada pasada con la moto sierra por la extremidad adecuada, le despojaba a Eleon de una parte de su cuerpo.
Lo que más le impresionó a Selena de su conyugue fue ver cómo le fluía sangre descaradamente por cada extremidad quitada del cuerpo castigado. Selena no comprendía que un ser tan despreciable como él, sangrara, y menos aún si éste era un humano o si realmente era un invento de un dios retrasado.
Luego de cortar todas las extremidades de su esposo, -que aún seguía con vida- a pesar de haber perdido cantidades extremas de sangre, comenzó con la fina tortura. Husmeó en el botiquín del baño donde por casualidad encontró una botella de vidrio, la cual destrozó con el mero acto de moler vidrio, con un fin hermoso que le depararía a su amado.
Una vez que molió lo suficientemente el vidrio, lo puso en una bolsilla de remedios (la cual vació antes) y luego quitó la ropa interior que aún cubría la zona genital de su agonizante concubino. Con una paciencia notable, Selena usó sus dedos para tomar la punta del pene de su hombre, haciendo que el orificio urinario propio de tal parte anatómica se abrirse para introducir lentamente el vidrio molido de la bolsilla en él. Quién sabe qué dolor indescriptible pudo haber sentido un cerdo bípedo como Eleon, pero seguramente esta tortura había ganado un lugar en el trono del castigo genital.
Después de terminar con la fábrica reproductora de su esposo, Selena encendió nuevamente la moto sierra. La cual esta vez introdujo de lleno en el pecho de Eleon, abriéndolo por completo y consiguiendo un espectáculo rojizo de viscosidades, propias de un cuerpo mutilado.
El trabajo de la tortura ya había finalizado, y la moto sierra apaciguó sus sonidos de máquina oxidada. Pero la mujer que había tomado su plato caliente de venganza se sorprendió al escuchar nuevamente la voz de un principio pasado existente y no onírico como ella creía.
-Muy bien Selena-le dijo la voz-Estoy orgulloso de ti.
-Gracias-le contestó.
-Pero aún falta algo para terminar con el castigo.
-¿Y qué es eso?-le preguntó pasmada.
-Revisa bajo el lavamanos y encontrarás una daga-le dijo la voz-Una vez la encuentres, ensártala en lo que queda de tu conyugue.
Sin perder un segundo existente, Selena revisó bajo el lavamanos y exitosamente halló una daga. Y sin discutirle a la voz, clavó la daga en una parte del poco cuerpo que le quedaba a su esposo; con el cual se había divorciado al estilo de las leyes infernales.
Cuando ensartó la daga en el pecho de su marido, un juego de putrefacción cernió sobre aquel lugar, ya que el cuerpo de Eleon explotó tiñéndola de sangre. Después de todo lo sucedido Selena se retiró de su hogar, con una sed de sangre incontrolable y casi relacionada con los pensamientos de su marido.
Leve fue el tiempo, para que esta mujer con pensamientos hirientes lograra la fama. Ya que obtuvo una aparición en primera plana de un periódico matutino, tras convertirse en una asesina serial y de renombre. Cada lugar por donde ella pasaba, dejaba un sendero de hombres muertos y mutilados. Mientras que a otros sólo se les encontraba la sangre y algunos pedazos de carne mezclados con vísceras.
Selena pudo inundar de júbilo su ser, -como la voz esotérica anhelaba-. La mujer que en tiempos pasados era reventada a golpes, y literalmente violada, se recuperó con la sensación que más le satisfacía.
Mientras que del condenado de Eleon… -no se supo nada después de su muerte-. Muchas historias se difunden por todo el cosmos, historias, que van más allá del castigo mortal.
-Y para todo aquel curioso que preguntaba por él-, se le podía decir que se encontraba en un lugar muy caluroso, con hedores a azufre, repleto de personas empaladas, ríos de sangre, ciudades enfermizas, seres deformes y bestias gigantes con penes ciclópeos constantemente erectos. Los encargados de introducir barras de metal al rojo vivo por el recto de Eleon. Luego creando cócteles y propagandas sexuales en las cuales eran invitadas un sinfín de legiones demoniacas dueñas de criaturas sedientas de sexo, que aguardaban para reventar el ano de un maldito cerdo que en tiempos de mortalidad jamás respetó a lo más valioso que se le había dado a los hombres, las “mujeres”.
La mujer que vomitaba sangre por Damian Fryderup se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en almascondenadas-df.blogspot.com.
esta historia si me gusta carajo !! y eso que soy un poco feminazi jaajj mas mas de selene !
ResponderBorrarEsta historia siempre les ha gustado a mis lectores, no porque sea innovadora sino por la justicia que la mujer toma. Es bueno tocar este tema y además suma puntos a favor con las mujeres, dado que a la mayoría de las lectoras les ha gustado mucho.
ResponderBorrarAunque al comienzo es un poco moral respecto al tema de la mujer, adoro la venganza!!
ResponderBorrarSaludos desde Ecuador...
Gracias, un saludo grande desde Argetina. El principio es bastante moral, porque en realidad este relato iba a participar en un corcuso sobre el maltrato de la mujer, pero al final no lo envié por la extensión.
ResponderBorrarHola, esta historia esta muy clara y bien hecha. Aunque matar es matar, Selena tomo cartas en el asunto, y defendio los derechos de mujer.
ResponderBorrarAvril.
Selena cumplió su venganza, pero al tomarse tan en serio su papel se corrompió y se terminó convirtiendo en algo peor que su marido...
ResponderBorrar