miércoles, 21 de septiembre de 2011

Letdevotes



Los rubicundos hombres ataviados con túnicas negras como los anocheceres invernales estaban ansiosos y con la vista nublada, falta de terror humano.

Mientras que el hombre con la túnica gris parado en el altar, lanzaba con furia vehemente palabras en idiomas perdidos por el conocimiento mortal y con voz desorientada pero recta a la vez.

Los estultos hombres arrodillados en el suelo rebalsado en piedras filosas como cuchillas pequeñas, tenían en los tejidos anatómicos de sus rodillas caminos de sangre que fluían formando caudales titánicos.

El clérigo de las palabras danzantes había cumplido su objetivo, había logrado traerlo de regreso.

Al señor de la cólera eterna” “Al señor de la cura milagrosa”.

Un señor que no se podía etiquetar como tal, un señor que más que señor era el verdadero pandemónium en persona.
Pero los sectarios reacios ante la creencia popular del mundo mortal, estaban dispuestos a seguir el sendero recto de sus propias creencias esotéricas.

Un señor oscuro o resplandeciente, sólo los malditos de aquel lugar tenían la noción exacta de tan engendro proveniente del cosmos.

Mientras que todos se hallaban atónitos por la impresión de haber visto al señor que tanto anhelaban sus almas, el hombre de la túnica gris había dejado sus cantos infernales para unirse con sus hermanos que se situaban en el trono de la ingenuidad y en el templo de la creencia pagana.

El señor al que todos amaban”, “El señor al que todos odiaban

Seguía firme en su posición de invocación pasada, con su mirada dispersa entre cada sectario.
Insinuándoles el fin de la era mortal, la cólera de los antiguos, la rabia de los eternos, el hambre de los abismos.
Y los sectarios en un último grito de locura propia de mentes demenciales, se alzaron hacía el cielo mirándolo fijamente como si éste fuera su propio progenitor.
Todos lo hicieron, “todos” como debía de ser.

Y callaron en un silencio abrumador y consumidor de sonidos.
Un silencio que era divino en tales momentos o que era aterrador para alguien con  cordura exacta ante una situación justa.

Pronto el silencio fue destruido por ecos de voces provenientes de un lugar extraño, pero conocido para el señor.
Pronto cada sectario cuajado ante tal rito olímpico fue destruido como se destruyen los cuerpos cuando un rayo impacta contra ellos.

Ya no más sufrimientos
Ya no más terror
Ya no más pensar
Ya no más existir
Así es como debía ser, así será por toda la eternidad.


Licencia Creative Commons
Letdevotes por Damian Fryderup se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en almascondenadas-df.blogspot.com.

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