Recuerdo que cuando los usé por primera vez, presagiaba que nada bueno
sucedería. Pero de igual manera lo hice, como la mayoría de los humanos -soy
curioso-, y sé que la iniquidad trae más maldad. Pensé que eran un juego, hasta
que comenzaron a suceder cosas aterradoras e inexplicables para cualquier mente
humana.
Todo empezó, cuando era pequeño y me dirigía al bosque con
un grupo de amigos de infancia, de esos que jamás vuelves a ver de grande, como
si fuesen ánimas disueltas por el existir. Mientras más nos adentrábamos al
bosque, que por cierto parecía ser que las copas de los árboles se complotaban
para un plan macabro. Sin dudas un sitio tétrico para cualquier niño, pero yo,
no era cualquier niño siempre experimenté cosas que los demás no hacían y la
mayoría de las veces necesitaba sentir miedo para poder vivir. Pero como decía,
cada vez que nos adentrábamos al bosque, pudimos notar en el horizonte cobijado por los árboles titánicos,
que había una casa destruida (seguramente por vándalos locales). Todos nos
miramos detenidamente y sabíamos que teníamos que ir hasta aquel sitio.
Íbamos a
pie, a paso lento y comenzamos a elevar la marcha para llegar más rápido. Yo,
fui el que empezó a correr presurosamente para ganarles en tiempo a los demás.
Pero cuando llegué hasta la casa y voltee para ver a mis cofrades, era como si
la tierra misma de aquel bosque maldito los hubiese devorado de un solo bocado.
No tenía idea de qué era lo que sucedía en esos momentos, pero presentía que
todo estaba cambiando para peor. No vacilé y entré a la casa abandonada, que
era lo bastante pequeña como para albergar a una pareja de recién casados.
Cuando estaba dentro del hogar asediado por los años, no encontré cosas que me
deslumbraran, la mente de un niño suele ser algo extraño y uno siempre cree que
se encontrará con un tesoro o algo similar.
Exploré un
breve rato, hasta que hallé mi tesoro personal-o mejor dicho, lo que me
perseguiría por toda mi vida-, era un libro extraño, forrado con un material aún
más extraño. Lo abrí para leer algo de su interior, pero todas las hojas
estaban en blanco, menos la hoja de la mitad. Esta hoja contenía una especie de
runas dibujadas y palabras en un idioma que de seguro no era humano. Pensé
detenidamente y nada podía sacar de ese rejunte de palabras arcanas y sin
comprensión para mi mente. Decidí llevarme aquella hoja y me retiré hacia mi
hogar, ya estaba oscureciendo y no quería llegar de noche, para que mi padre se
enfurezca y me diese una buena paliza.
Aquella noche
no pude dormir, después de haber llegado del bosque. No me interesó el porqué
de la desaparición de mis amigos, lo único que pensaba era en la hoja de aquel
libro que había guardado en mi mesa de luz. Recuerdo que desde aquel día
empezaron los sueños, nunca paraban y todas las noches los enigmas se resolvían
en los mundos oníricos.
Siempre soñaba que me encontraba en una especie de
templo iluminado con velas que emanaban luces tenues, rodeado de personas (o
seres) harapientos y sin rostro, casi estaban desnudos y no tenían cara.
Ninguno se podía comunicar, excepto uno de ellos. Era más gordo y tenía una
enorme boca, que estaba cocida con hilos de mala calidad. Parecía ser que su
cirujano era un alcohólico retirado del oficio, que disfrutaba con desfigurar a
sus pacientes. Además en la zona donde iban sus ojos, tenía un enorme tajo que
emanaba constantemente un líquido color negro, como una especie de pus pero a
niveles de putrefacción extrema. Este ser obeso, me hablaba telepáticamente y
siempre me decía una palabra…-“Rillers” “Rillers”-, no comprendía a que se
refería en un principio. Pero a medida que pasaba el tiempo descubría casa vez
más cosas que entrelazaban y armaban el rompecabezas arcano.
Ya de
adulto, había adquirido conocimientos bastos sobre qué eran los Rillers, según
los seres abismales de mis sueños, estas entidades desconocidas hasta para
ellos, eran los “atormentados” o “enterrados”. Había una forma de
invocarlos para beneficiarte con sus actos y la forma no era completa, ni tampoco
consistía en entregar tu alma como suele suceder en las películas. Pero, puedo
llegar a decirles que lo que había que hacer era peor, puesto que consistía en
la desgracia de otro ser viviente. Los enterrados o Rillers, eran seres de
otros páramos, quizá estratos altos o de rastros estelares. No sé sabía bien,
pero de lo que sí estaban seguros las entidades de mis sueños, era que los
atormentados podían manipular tu entorno por medio de la corrupción, muerte,
enfermedad o desgracia. Su invocación consistía en tomar una hoja en blanco y poner el nombre de la persona que más odies, o
que simplemente quieras ver destruida. Luego de poner el nombre pondrás la
maldición. Si quieres ver enferma a esta persona pondrás el nombre y a un lado,
la palabra “Plesh”, que significa
peste, en un idioma casi extinto de los reinos olvidados. Por otro lado si tu
odio es aún más elevado, pondrás el nombre de la persona y a un lado la palabra
“Dhum” que significa final, eso ya
lo dice todo.
Luego de
haber puesto el nombre y la palabra adecuada, tomarás la hoja y la pondrás en
un sobre cerrado. Debes alejarte a un sitio desolado, alejado del lugar donde
vives. Allí enterrarás la carta en una especie de tumba con proporciones como para
un niño. Acto a seguir tienes que dejar un vaso con una flor, sea cual sea.
Todo esto lo tienes que hacer después de las 3 a.m, de lo posible que esté
despejado y estrellado. Una vez finalices te retiras y vuelves al otro día a
las 3 p.m. Lo que vas a notar -si la maldición e invocación fue exitosa-, es
que la flor estará emanando una especie de líquido oscuro putrefacto. Luego
sacarás la carta de la tumba y cuando la abras, notarás que la hoja estará
quemada en la parte del nombre de la persona que odias. Si todo esto sucede, la
invocación de los Rillers será exitosa-pero no creas que no piden nada a
cambio-, si todo salió como lo planeaban ellos, no tú. Empezará la parte de la
paga… todas las noches hasta el día de tu muerte se aparecerán en tus sueños
los enterrados o atormentados, diciéndote una simple cosa:-difunde la palabra-.
Juré por siempre que nunca los describiría porque son algo indescriptibles para
cualquier ojo mortal. Cosas, más que seres… de lo más repulsivas y a la vez
seductoras, pero casi amorfas-sólo puedo decir eso-.
Lo único que piden a cambio es que los
nombres en cada rincón del mundo. Lo que se cuenta es que las personas que los
han invocado, llegan a muy viejos, casi al punto de ser pedazos de huesos con
cuero. Ese es el precio por invocarlos y mientras más los uses para tus actos
de truculencia, más te irás destruyendo. No morirás, pero serás un intento de
humano. Lo peor es cuando no difundes la palabra, se ha llegado a decir que las
personas que han sido ayudadas por ellos y que no han respondido a su petición,
pierden seres queridos, sufren accidentes, quedan solos en el anonimato, su
vida se convierte en una verdadera mierda y al final mueren jóvenes y siempre
en terribles tragedias, en las que sus cuerpos quedan irreconocibles.
En lo
personal, no hay día que no me provoquen sus ciervos en mis sueños, para que me
beneficie con ellos. Pero he sido lo suficientemente fuerte como para
evitarlos. De lo que no he podido escapar jamás es de su simple petición. No
importa quienes son, de dónde provienen, qué es lo que quieren, por qué lo
hacen. Lo único que es válido es que difundas la palabra de que existen y que
son capaces de jugar a los títeres con nuestras vidas. Todo a su antojo por el
simple hecho de invocarlos y de no decirles a los demás que ellos existen.
Tú le das el
nombre y ellos harán el trabajo sucio…y si alguna vez has tenido la desgracia
de toparte con esta nota, recuerda que ya sabes de ellos. Por lo tanto debes
difundir la palabra, si no quién sabe qué planes tienen para ti y tus seres
queridos…
Los Rillers por Damián Fryderup se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional.
Basada en una obra en http://almascondenadas-df.blogspot.com.ar/2015/05/los-rillers.html.
Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden encontrarse en http://almascondenadas-df.blogspot.com.ar/2015/05/los-rillers.html.
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