domingo, 25 de septiembre de 2011

La burla justa

       
    Deliane Dafré era un hombre que odiaba a las personas con discapacidades físicas y de diferentes razas. Se encargaba de hacer el papel de martirizador cuando veía algún ser con diferencias a lo mundano de un mortal.

     El maldito Deliane se dirigía hacia la casa de su padre, ya que éste cumplía sus ochenta años. Sin dudas para felicitarlo en su mejor día, un día que por cierto estaba agazapado por un sol imponente que gobernaba en los cielos divinos de un planeta excelso.
    Deliane transitaba por la vereda de la avenida principal, en la cual los automóviles daban a conocer su reinado en todos los idiomas inventados por el hombre.
    Mientras Deliane transitaba por el camino que lo conduciría a la casa de su padre, por causas de un destino justiciero, una tienda de ocultismo llamó su notable atención.
    El narcisista de Deliane era un completo apasionado por las cosas esotéricas y  anticuarias. Y esta tienda tenía esos dos condimentos para completar la comida del ocultismo.
    Deliane contempló la puerta de madera de la tienda, deteriorada por haber sido el alimento de algún insecto devorador de materia. Y pudo darse cuenta que esta tienda daba a conocer sin vergüenza su antigüedad con sólo demostrar el frente, ya que las telas de arañas la delataban y los bolones de polvo húmedo daban a entender el orgullo de tal etiquetación.
   Una vez que atravesó la puerta promotora de lo vetusto, se dio cuenta que la tienda realmente era un sitio propio de lo deteriorado por el correr de los años.
    Adentrándose hacia el corazón del lugar, pudo ver estantes con libros de tiempos anteaños que eran deleitables para la mente demencial, y digeribles para la vista de un arcano.
    Deliane se quería percatar de que no lo sorprendiera un anciano ciego a sus espaldas mientras leía un libro, como suele ocurrir en esas películas de bajo renombre donde todo lo insulso gobierna en el altar de la estulticia.
    -¡Hola!-dijo-¿Hay alguien aquí?
    Y nadie le contestó.
    -¡Si no aparece nadie, robaré algo de la tienda!-sin dudas, sólo Deliane usaba estos métodos para ser atendido.
    Tras vagar por la tienda, sabiendo que no era habitada por ningún ser proveniente del erebo se topó con una silla de ruedas careciente de un usuario. Y como era costumbre insultó solo, hacia las corrientes del aire fétido de aquel lugar diciendo que los discapacitados eran los débiles de la sociedad y que debían ser erradicados.
    El que hubiese escuchado los comentarios que Deliane parlaba en aquellos momentos, sin duda alguna, hubiese pagado para ver como asesinaban a un neonazi inmundo de su calaña inundada en ignorancia propia de un xenofóbico.
    Después de insultar al que podría haber sido dueño de la silla, avanzó unos cuantos pasos más y fue detenido por una puerta de sólido metal.
    Esta puerta era portadora de un claro cartel que decía:-“No entrar”-. Pero Deliane era del tipo de persona que no hacía caso alguno a ninguna clase de advertencia, en pocas palabras éste maldito era todo un completo escapista de la prudencia.
    El narcisista de Deliane entró por aquella puerta, que además de tener un cartel de advertencia también portaba un signo extraño que indicada un círculo con dos triángulos que llegaban con sus puntas hasta el núcleo del mismo.
    Por razones que sólo conoció Deliane, ese día en el que se adentró por aquella puerta salió desde sus entrañas con un pequeño cambio.
    Deliane fue encontrado por una mujer que merodeaba por el lugar. De la forma más hiriente para el alma mortal.
    Estaba cubierto por una especie de viscosidad (era como si recién hubiese nacido, y estuviese cubierto de placenta) carecía de ojos, brazos, piernas y tenía su labio superior pegado a su labio inferior.
     Deliane logró ganarse el premio de estadía eterna en un asilo, donde tendría tiempo para recapacitar, que los discapacitados no eran los débiles de la sociedad sino los condenados de la misma.



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La burla justa por Damian Fryderup se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en almascondenadas-df.blogspot.com.

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